miércoles, 10 de mayo de 2017

El día en que Dios creó a las madres.




El dí­a en que Dios creó a las madres (y ya habí­a pasado el dí­a y la noche durante seis dí­as), un ángel se le apareció y le dijo:
– ¿Por qué esta creación está dejándote tan inquieto Señor?
El Señor le respondió:
– ¿Has leí­do las especificaciones de esta orden?
1] Ella tiene que ser totalmente lavable, pero no puede ser de plástico.
2] Debe tener 180 partes móviles y sustituibles, funcionar a base de café y sobras de comida.
3] Tener un regazo suave que sirva de almohada para los niños.
4] Un beso que tenga el don de curar cualquier cosa, desde una herida hasta un sufrimiento de amor,
5] y tener seis pares de manos para cumplir con todas las tareas.
El ángel sacudió lentamente su cabeza y le dijo:
– ¿Seis pares de manos Señor? – Parece imposible!?!
– “Pero el problema no es ese “, dijo el Señor – “son los tres pares de ojos que esta criatura tiene que tener.”
El ángel, con un sobresalto, le preguntó:
– ¿Para qué?
– Un par de ojos para ver a través de las puertas cerradas, para cuando se pregunta que están haciendo los niños allí­ dentro (aunque ella ya lo sabe);
otro par en la parte posterior de la cabeza, para ver lo que no deberí­a, pero tiene que saber;
y ojos normales, por supuesto, capaces de consolar a un niño llorando, diciendo: – “Te entiendo y te amo! – Sin decir una palabra.
Y el ángel comenta:
– Señor … es hora de dormir. Mañana será otro dí­a.
Pero el Señor le explica:

– No puedo, está casi lista. Ya tengo un modelo que se cura cuando se enferma, que puede alimentar a una familia de seis con una libra de carne molida y puede convencer a un niño de 9 años que se bañe…

El ángel lentamente dio la vuelta al modelo y habló:
– Es muy delicada Señor!
Pero el Señor dijo con entusiasmo:
– Pero es muy resistente! No te imaginas lo que esta persona puede hacer o soportar!
El ángel, analizando mejor la creación, observa:
– Hay una fuga Señor…
– No es una fuga, es una lágrima!
Y esta sirve para expresar alegrí­a, tristeza, dolor, soledad, orgullo y otros sentimientos.
– Eres un genio, Señor! – dijo el ángel emocionado con la creación.
– Pero no fui yo quien puso esa lágrima ahí­. Sólo apareció…


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