Si un día la tristeza toca a tu puerta, ábrele con una sonrisa y dile: en mi casa no hay espacio... En la sala vive la alegría y la prosperidad, en el cuarto vive el amor, en la cocina vive la armonía y la paz... En medio de la casa está el Espíritu Santo y en frente está Dios cuidando de todo, y donde vive Dios la tristeza no puede entrar.
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